Celi de Olivos: cuando la inclusión trae inclusión
Imagino que el algoritmo habrá sido el responsable de que yo llegue a la cuenta de Instagram de Celi de Olivos, un emprendimiento de alimentos libres de gluten cuyo espíritu es el de funcionar como dispositivo de inclusión sociolaboral en el que trabajen jóvenes con discapacidad. La combinación de cierto egoísmo por ver que ofrecían alimentos que yo podía comer con el interés genuino en un proyecto que ayude a estos jóvenes a desarrollarse profesionalmente, me convocó para hacer esta nota. Y ellos, muy amablemente, me abrieron sus puertas (por ahora cerradas, ya que trabajan por pedido, pero sigan leyendo que se vienen cositas).
“Todo esto empezó por un compañero que se llama Sebas que es celíaco. Entonces la mamá hizo este proyecto para que él también pueda trabajar. Yo lo conocí en el colegio y después fuimos compañeros de teatro. La mamá de Sebas, que es la que organizó todo esto, me dijo que viniera y ya hace 7 años que trabajo acá”, me cuenta Cata, una de las cocineras del emprendimiento. Ella tienen 31 años y desde 2018 que pone sus manos en la masa para hacer brownies, pizzas, cookies, tartas y otras delicias (doy fe, las probé). Mery es otra de las que está desde el día uno y Valen, hace casi 5 años. No son las únicas, claro, ya que el grupo es de 9 en total, pero son a las que pude conocer personalmente.

Mery, Marcela, Valen, Silvina y Cata (izq. a der.)
Las tareas están bien repartidas y la organización es primordial para poder cubrir los turnos en los cinco días de la semana y cumplir con los encargos. Entre todas me describen la dinámica: Valen y Mery van dos veces por semana y Cata, tres. “Cuando llegamos tenemos que ver si tenemos ferias o algún pedido y después nos ponemos esto (el delantal)”, me explica Cata mientras Mery aporta: “y tenemos la carpeta con las recetas que tenemos que hacer”. Todos los productos que elaboran son aptos para celíacos, y agregaron algunos sin lactosa también, por lo que la higiene es fundamental y la tienen absolutamente incorporada. Entre todas me enumeran el paso a paso de la limpieza de las mesadas, la desinfección y el lavado de manos.
“A mí no me costó entender de celiaquía porque mi mamá y mi hermana son celíacas. Yo cocino sin TACC por ellas. Yo como lo que venga pero si tengo que decir cuál es la comida más rica es la sin TACC. Me gusta más”, me cuenta Valen. Ella tiene 34 años y está transitando la experiencia de vivir sola. “Yo no sabía nada de cocina. Una amiga de mi mamá me enseñó a cocinar y la miraba a mi mamá como cocinaba para poder cocinarme en casa. Si tengo que cocinar cocino, pero me gusta más comprar”, confiesa. Ella prefiere ordenar y lavar. A Mery (28) le gusta empaquetar, poner los alimentos en sus bolsas y etiquetarlas. Y comer, claro. Eso sí, lo tienen prohibidísimo mientras trabajan. “Tenemos un protocolo de higiene muy severo, no se puede probar ni nada. Lo que hacemos es tratar de profesionalizar el trabajo. Muchos de ellos ya vienen con una formación del colegio (que tenía orientación en pastelería)”, me explica Silvina, Licenciada en Terapia Ocupacional que desde 2021 forma parte de Celi de Olivos. “Antes de sumarme a Celi no conocía mucho sobre celiaquía, lo básico, el significado de la siglas TACC y por otros ámbitos más ligados al naturismo conocía alternativas a las harinas y a la alimentación tradicional de nuestro país. Pero en Celi aprendí que hay opciones reales y deliciosas que se pueden elaborar sin TACC”.

Cata trabaja tres veces por semana en Celi de Olivos.
Cata, como les pasa a muchos, fue aprendiendo de celiaquía por conocer a Sebas. “Mucho no sabía pero después me fui informando y ya supe que es como que el cuerpo no está preparado para digerir esas harinas: trigo, cebada, centeno y avena”. Su mamá, Marcela, también trabaja con ella y es otro pilar del emprendimiento. “A mí me vino muy bien porque nosotros teníamos una empresa familiar que tuvimos que cerrar en 2015 y yo no había sido ama de casa en mi vida y la vida me dio esto. No sabía absolutamente nada de celiaquía tampoco, hasta que lo conocí a Seba. Al principio era un proyecto de dos veces por semana y este año ya abrimos toda la semana” me cuenta Marcela. Ella, Mariana (la mamá de Seba) y Silvina son las que los apuntalan cuando es necesario, ya sea para supervisar un pesaje o seguir el paso a paso de una receta.

Valen con el pan recién salido del horno. Su mamá y hermana son celíacas así que ya estaba familiarizada con la condición.
Las ventas (por ahora…) las hacen por encargo o en ferias de las que participan, cada uno de los jóvenes tiene su red de difusión y clientela según su comodidad. Cata es de las que va mucho a las ferias: “Vamos al Hípico de San Isidro, a la UCC de la rotonda de Acassuso. A mí me gusta ir a las ferias, atender a los clientes. Una vez que mi mamá no estaba (se había alejado 5 minutos del puesto) me puse nerviosa si estaba con una clienta y después me viene otra y otra. Cuando viene mucha gente junta”. No es la única. Mery acota que a ella le pasa exactamente lo mismo. Por eso siempre están acompañados y cada uno de los miembros de Celi de Olivos participa de la venta en el formato con el que mejor se lleve.

Mery empaquetando los pedidos, su tarea preferida.
¡Todo eso hasta que abran su propio local! “Vamos a irnos a un local para trabajar y que la gente, si quiere venir a retirar el pedido por ahí, pueda venir”, me cuenta Cata a modo de primicia. Será en la zona de Martínez, a pocas cuadras de donde están ahora, en un local pensado con todo lo necesario para poder montar una cocina con los requerimientos para, en algún momento, poder gestionar las certificaciones correspondientes para un alimento libre de gluten. Mientras tanto, los chicos aprovechan para seguir aprendiendo. “Fuimos a una capacitación para aprender sobre contaminación”, me suma Mery. “Nos explicaron que si tenés carne cruda en un plato después no podés apoyar la carne cocida donde estuvo la cruda”, aporta Cata.
La idea es poder instalarse en el local a principios de 2026, algo que tiene muy entusiasmados a todos los involucrados. No es para menos. “Las familias encuentran en Celi un espacio de inserción laboral para sus hijos, que luego de terminar la formación en la educación especial no logran encontrar puertas abiertas donde desarrollarse laboralmente”, concluye Silvina. Pues el año que viene las puertas estarán abiertas para todo el mundo. Mientras tanto, se pueden hacer encargos a través del número 11-5962-2960 (en este momento tienen una promo por el Día de la Madre) o se pueden acercar a la Feria de Esperanza (Catamarca 45, Acassuso) el próximo domingo 18 de octubre donde estarán con un stand. O seguirlos en su Instagram: @celideolivos