En estos días me topé con un artículo de Food&Wine que no pude evitar leer. El título “Por qué deberías guardar el agua de tus pastas” podría espantar a algunos pero a mí me generó mucha intriga. Tal vez gracias a las influencias de mi amiga Tais, siento más curiosidad por las notas que combinan información sobre alimentación, desperdicios y cuidado del planeta.

Según explica la nota, las pastas largan almidón durante la cocción -de ahí que el agua quede turbia-. La primera sugerencia que hacen es utilizarla para la preparación de la salsa. Al parecer, ese líquido almidonado va a ayudar a que la salsa se pegue más al fideo que hayamos cocinado. Hasta proponen reemplazar la leche por ese agua en las típicas preparaciones de pastas listas de cajita en las que sólo hay que agregar líquido.

El dato que más me alucinó es el que dice que incluso se puede utilizar en la elaboración de pan para que éste gane volumen. Obviamente, no hay que olvidar que es agua ya salada, así que hay que prestar atención a no pasarnos de sal en el resto de la preparación. ¿El tip final? Congelarla en cubeteras y tener a mano para, por ejemplo, usar también en sopas como adicional al caldo de verduras.

Está de más decir que en el caso de los celíacos siempre debemos tener en cuenta que las pastas sean aptas y que no se nos confunda con el agua de una pasta ajena, ¿no?