“No sos vos, soy yo que ya no te soporto”, le dice Rubén a Mabel. Cortas, concisas, mordaces, crueles, alegres. También honestas, tiernas, reflexivas. Así son las viñetas de Mabel & Rubén, que dibuja Tute y que no pasan inadvertidas para los lectores. Podrán generar una carcajada, una sonrisa o incluso tristeza, pero alguna fibra tocan siempre. Porque Mabel puede ser cualquiera; Rubén, también. Y esa universalidad y sentido de identificación son lo que hace que la fórmula funcione.

Juan Matías creció rodeado de los más grandes del humor gráfico. Ser hijo de Carlos Loiseau, el famoso Caloi, le significó tener cerca al Negro Fontanarrosa, Quino, Eduardo Ferro y Carlos Garaycochea, y poder nutrirse de la sabiduría que le impartían formalmente en un contexto educativo o en una reunión social un viernes cualquiera.

“Garaycochea era un muy buen profesor, con mucha vocación por la docencia. Era muy estimulante, siempre te estaba mostrando dibujantes, imágenes en su proyector, era un apasionado. Y con Ferro era lo mismo, en cada clase había un pizarrón lleno de sus dibujos”, recuerda sobre el paso por su escuela.

–Te escuché decirle a Quino que le afanaste mucho. ¿A qué te referías?

–Todos afanamos a nuestros maestros, y en todas las artes, no solo en el humor gráfico. Se aprende así, mirándolos, estudiándolos y quedándose con lo que uno puede. Después, naturalmente, uno va encontrando su propia forma de expresión, pero todos somos deudores de nuestros maestros. También creo que así como hay que reverenciarlos, respetarlos y aprender de ellos, en algún momento hay que faltarles el respeto y ser uno mismo.

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